Nicolás se alegró al ver a la Arostegui ante las macizas puertas. Acercándose, ordenó al escribano que solía hallarse en una de las tiendas cercanas que archivara con los demás el documento que Inma acababa de entregar, e hizo una seña para que los guardias abrieran las pesadas puertas, dejándola pasar.
-Bienvenida seáis, Doña Inma, a Motarde d'Ascalon. Esta fortaleza constituye el bastión de la Guardia en Roma, y cónclave para los soldados de los Ejércitos Ponticios. Nos honra, a mi y al Altísimo, el tener gente que anteriormente hubo demostrado su fervorosa fe y servido a la Iglesia en difíciles ocasiones.